Recitador de L’Amuravela hacia finales del siglo XIX. Iba a la procesión en la presidencia, con una chaqueta blanca, una banda y un sombrero muy raro en la mano. Fue con motivo de haberse extralimitado con los versos del sermón, por lo que el párroco se negó a que continuara en los años sucesivos. L’Amuravela fue suspendida hasta el año 1946.
Alguno de los versos de la discordia fueron :
Si falta pescao o pan
d’un sablazo vas al suelo;
cojo las llaves del Cielo,
y se las doy a San Xuan.
Se puede encontrar el reporte de este incidente en la edición del 3 de Julio de 1884 del periódico El Comercio de Gijón:
El artículo lee así:
De una correspondencia del Pito (Cudillero), que publica nuestro apreciable colega El Carbayon, tomamos lo siguiente:
El día de San Pedro, a las diez de la mañana, salió la procesion, y despues de recorrer las calles de costumbre, regresó hacia la playa, para celebrar lo que llama la Marivela [sic].
Las lanchas todas que habia en el puerto, los balcones y ventanas de las inmediaciones, todas las avenidas, el muelle mismo, estaban atestados de gente ansiosa de presenciar esta fiesta tradicional.
Ya sabreis en lo que consiste esta ceremonia. En la popa de una lancha se colocan dos xigantones, y en medio de estos San Pedro; a muy corta distancia está la cruz y los ciriales y tocando con estos el clero que acompaña a la procesion.
Súbese a la lancha Xuan de la Cuca, vestido como de Carnaval, pronuncia un sermón, en el que habla de todo; de la pesca, de las obras del puerto, del relój que el Ayuntamiento no acaba de poner en movimiento, del gremio de pescadores, de las revendedoras, de 108 contratistas de las referidas obras del puerto, concluyendo con amenazar a San Pedro, sino dá buena pesca, con quitarle las laves del cielo y entregárselas a San Juan.
Saca despues el sable en adman de luchar con el santo, prenden fuego a los xigantes, arden estos, mientras San Pedro esta en medio de los dos, y después recogen la imagen y en compañía de los demás la llevan a la iglesia.
Esto sera una tradicion, pero convengamos en que hay tradiciones que rebajan a los pueblos.
Hace años se intentó evitar esta profanacion, pero estuvo en poco el que no hubiera que lamentar desgracias.
Por la tarde y por la noche, rindieron los marineros culto a Baco y las marineras bailaron la danza, con el [estribillo] de:
No hacen falta los señores
para hacer esta funcion,
en faltando la marina,
este pueblo se acabó.